Quisiera irme con el viento
y eliminar del mundo la pobreza
quisiera recorrer pueblos y valles
y confinar al odio y a la guerra,
quisiera desterrarles a otros mundos
comprobar que la paz ya no se queja
y que hasta aquí los hombres enemigos
negaran las palabras de pelea.
¡Qué duras suenan las voces
de aquellos que se aprovechan!
De los días y las noches
del naufragio y la tormenta,
cuándo terminará la vil desgracia,
cuándo se irán el hambre y la miseria.
Me embriagaré con el viento
que se lleve la indigencia.
Nunca podrán mis sueños comprender
a quien con todo se queda
a quienes cambian por oro
la luz, la sombra y la tierra,
a quienes tienen palacios
y se olvidan de quien guarda tristezas.
Marín Aranda