Despacio muy muy despacio
acaricié tus piernas y tus pies
en desnuda arquitectura,
Y continué acariciándote.
En tu vientre yo encontré
suave piel conmocionada
y en el mudo barranco de tus muslos
un oasis de agua y deseo.
En tus hombros encontré
la caída de tus manos
en búsqueda de un abrazo.
Y en tus pechos descubrí
dobles tallos de amapola
reverberando ante el sol.
Y en tu boca…
¡Encontré tanto en tu boca!
¡Cuántas cosas diría de tus labios!
Y abrazados en la noche
como otras, nos llegó la madrugada.